El líder es aquella persona que encabeza y dirige un grupo, siendo el centro de todas las miradas y un referente en la materia. No hay un estilo concreto de líder que sea infalible, aunque unos son más efectivos que otros. La clave, según los expertos, están en adaptar ese estilo a las personas que estemos liderando, ya que lo que funciona con un tipo de persona no funciona con otras (a esto se le conoce como liderazgo situacional).
A continuación vamos a ver cuáles son, a opinión de los expertos en la materia, las formas de liderar que existen. En primer lugar está el líder visionario. Este tiene clara su visión y adonde quiere llegar, y no entra en detalles de cómo lograrlo. La manera de actuar de este tipo de líder es poniendo a disposición de su gente una infraestructura base para lograr hacer realidad su visión, e irla construyendo teniendo en cuenta sus sugerencias y mejoras. Esta forma de liderar sólo funcionará con personas con altas capacidades, mucha iniciativa y a las que, realmente, les enamora tu proyecto y se impliquen en el mismo.
Si, por el contrario, eres de los que buscan el consenso y que el grupo decida lo que hay que hacer, eres un líder democrático. Este estilo, por un lado, fomenta la conciencia y la responsabilidad del equipo (ellos son los que toman las decisiones), pero, por otro lado, puede generar un caos tal que al final no se decida nada. Para que este estilo funcione debemos ser un gran moderador y dirigir todas las opiniones y sugerencias hacia el objetivo que queremos conseguir. Tú eres el que manda y el que decide, y aunque pidas opinión esto jamás puede convertirse en excusa para no asumir tus responsabilidades.
Cuando, como líder, te vuelcas en el desarrollo de las personas que trabajan contigo, tienes un estilo de liderazgo conocido como capacitador, es decir, eres un líder coach. Tu objetivo, en todo momento, es convertir a tu gente en personas responsables y capaces de pensar por sí mismas. Te gusta ponerles retos que estén a la altura de sus capacidades para que progresen y estén motivados constantemente. Sienten que confías en ellas y se implican más, algo positivo para el negocio. Para los expertos este es el estilo de liderazgo ideal, aunque requiere una gran dedicación por tu parte.
Si para ti lo más importante es que haya un buen ambiente de trabajo entonces eres un líder afiliativo. Es un estilo bastante peligroso y recomiendan usarlo sólo en contadas ocasiones, y siempre y cuando las personas que estén contigo tengan un problema real y necesiten una ayuda especial por tu parte. Si, por el contrario, este estilo es el predominante en tu empresa, corres el riesgo de cargarte los objetivos a alcanzar. Por querer evitar conflictos pueden surgir otros mucho mayores, y fomentarás lo que los expertos llaman el club de las víctimas, es decir, gente que nunca esté contenta, que siempre se esté quejando y que jamás busque soluciones a los problemas. Si tienes este estilo de liderazgo es importante que empieces a poner límites, intentando revertir la situación poco a poco.
Otro estilo de liderazgo es el dictatorial, el ordeno y mando de toda la vida. Este estilo funciona con personas que necesitan que les digan todo el rato lo que tienen que hacer. Puede funcionar muy bien a corto plazo, pero a la larga se puede volver en tu contra. Los empleados no se enfrentarán a nosotros directamente, pero por detrás nos pondrán verde, a la vez que estaremos fomentando la mediocridad (los más buenos acabarán yéndose de nuestro lado para desarrollar plenamente sus capacidades). Este estilo por tanto sólo tiene sentido en situaciones límite en las que hay que tomar decisiones complicadas y drásticas para que la empresa siga adelante. Eso sí, nuestro liderazgo nunca debe ir acompañado de agresividad.
Por último está el líder imitativo, es decir, invitas a los demás a que aprendan fijándose en como lo haces tú. Es un estilo perfecto cuando necesitamos que las personas aprendan una determinada habilidad rápidamente. Por tanto, para que esto funcione, debes ser un auténtico referente en la materia que estemos enseñando, intentando evitar que los demás se conviertan en nuestros clones. Si abusamos de este estilo corremos el riesgo de que las personas que estén con nosotros no desarrollen al cien por cien todo su potencial, además de que no se atreverán a explorar nuevos caminos que podrían serles útiles para solucionar determinados problemas.
Sea cual sea el estilo de liderazgo que elijamos el secreto está en no olvidar nunca que una de las responsabilidades del líder es desarrollar a las personas. Igualmente tu misión principal debe ser canalizar tus emociones y las de los que estamos liderando hacia una actitud enfocada a encontrar soluciones a los problemas (y no a la queja constante).
*Fuente de la información ‘Infoautónomos’.
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