Los especialistas en recursos humanos alertan de una nueva tendencia extendida entra las empresas: estas siguen ‘adelgazando’ sus estructuras, hasta llegar al punto de que muchas de sus tareas serán ejecutadas por trabajadores externos, es decir, trabajadores contratados sólo para proyectos concretos. El siguiente paso será prescindir de trabajadores fijos y recurrir a autónomos o freelance. Las empresas ahorran costes de contratación a la vez que los trabajadores podrán acumular diferentes proyectos de diferentes clientes.
Esta tendencia de la que hablan los expertos se conoce como ‘Gig Economy’, y supone entre el 20% y el 30% de la población en edad de trabajar. Además esta nueva fórmula ha generado más de 270.000 millones de euros en Europa, así como 1,4 billones de dólares en EEUU (datos del año pasado, 2017).
A nivel global los ‘freelance’ eligen serlo porque se adapta mejor a sus objetivos y necesidades, aunque en países donde es desempleo es mayor (como por ejemplo el caso de España), el principal motivo suele ser la ausencia de un trabajo permanente.
Independientemente del motivo para ser freelance esta es una nueva realidad imparable que obligará a una transformación de las relaciones entre las empresas y sus plantillas. Las compañías tendrán que lidiar con trabajadores que, como su propia denominación indica, son libres para elegir en qué proyectos trabajar y con qué empresas (incluidas aquí las de la competencia).
Actualmente los puestos de freelance más demandados son los del sector de las tecnologías. Actividades que son muy nuevas y de las que no hay una abundancia de perfiles adecuados. Sin embargo esto irá llegando, progresivamente, a distintos sectores, y no sólo al tecnológico.
De aquí en adelante en una misma empresa van a tener que convivir un número cada vez más reducido de empleados estables dedicados a las tareas más prioritarias, jefes y directivos también fijos, con otros trabajadores de la propia compañía que trabajarán sólo por proyectos y con los trabajadores externos (tendrán tareas temporales). Será precisamente a estos últimos a los que no se les podrá exigir una identificación con la cultura de la empresa, ni rendir cuentas ante los accionistas. Con lo que sí se comprometen será con los objetivos específicos de su área, quieren hacer bien su trabajo y que se lo reconozcan. Para el freelance lo importante es el proyecto, no la empresa.
Y ese compromiso del que hablamos tan requerido por las empresas puede forzarse a través de cláusulas de confidencialidad o de exclusividad. Impedir al freelance que realice otros proyectos mientras trabaja para una empresa, prohibirle trabajar para firmas de la competencia durante un tiempo, o bien negarle la posibilidad de aplicar los conocimientos adquiridos en otra compañía. Este es un marco legal disponible hoy en día, aunque el hecho de marcar prohibiciones no es un buen generador de compromiso. La confianza debe ir desde las dos partes, y ningún freelance que quiera seguir trabajando va a usar o dar datos de un competidor a otro porque sabe que al final acabará pasándole factura.
Las empresas por su parte deben entender como algo inevitable que un colaborador pueda prestar sus servicios a otras compañías. Por ello lo ideal es generar un grado máximo de confianza entre ambas partes, y no imponer nada. Las empresas tienen que trabajar la capacidad de ser atractivas para atraer a los mejores colaboradores, así como intentar crear un entorno en el que se sientan uno más y estén lo más a gusto posible durante el tiempo en el que trabajen para la empresa.
En todo este proceso los expertos identifican dos puntos clave:
- Una comunicación fluida. Debe haber una transparencia total entre las partes que impida que surjan fricciones.
- Un nuevo tipo de liderazgo, es decir, contar con unos líderes que fomenten una cultura de confianza, olvidándose del presentismo.
En resumen podemos decir que, en España, el trabajador freelance debe serlo como una opción, y no por necesidad como ocurre hoy en día. Y ello dependerá, en gran parte, de que la tasa de desempleo se reduzca en mayor proporción. Además la mentalidad de empresarios y trabajadores debe cambiar, puesto que todavía estamos en proceso de adaptación al modelo de relación por proyectos.
*Fuente de la información ‘Cinco Días’.
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