Los elementos que caracterizan una startup de éxito son un producto o servicio innovador que responde a una necesidad de mercado concreta, una financiación sólida para un rápido desarrollo y un crecimiento exponencial. Pero una vez lanzadas estas jóvenes empresas tienen todo el interés del mundo en desarrollar su modelo económico, renovarse y consolidarse.
El modelo startup se define por la presión comercial y financiera. El volumen de negocio debe de ser su prioridad, y sus energías deben movilizarse, sobre todo, alrededor de sus productos (antes que a estructurar su organización). Los cimientos de las startups está en sus recursos tecnológicos (para asegurar la estabilidad de su producto), en sus recursos comerciales (para vender) y en su servicio al cliente (para favorecer la satisfacción y la fidelización de los mismos).
Muchas startups se encuentran en la situación de que no saben cómo seguir avanzando cuando la cifra de ventas pasa de 0 a 8 millones de euros en unos cinco años. Apostar por entrar en el mercado internacional y conseguir como clientes a las grandes cuentas se convierte en algo indispensable. Pero para ello puede que sea necesario, para acelerar el proceso, una recaudación de fondos para reclutar más comerciales. Ante esta situación los inversores pueden mostrar cierta cautela, aún cuando nos estemos refiriendo a una startup con un alto potencial de crecimiento. Y esto es así porque, a pesar de una clara progresión, el incremento del volumen de negocio no pasa obligatoriamente por una desmultiplicación de los recursos humanos.
Ante este tipo de situaciones la solución no es tanto construir una fuerza de ventas amplia, sino optimizarla, algo que pasa por lo digital. La transformación digital optimiza los costes, exigiendo una estructura todavía ausente en las startups, en las cuales los equipos trabajan en silos, cada uno organizando su actividad y sus tareas según sus necesidades y estableciendo sus propios procesos.
Si las startups contratan personal sin plantearse la cuestión de la organización vertical, esta aparecerá más tarde en la edad de la madurez, periodo en el cual el modelo startup llega a sus límites y donde el crecimiento estable parece mucho más atractivo. Por todo ello es necesario mezclar la cifra de ventas con la estructuración de la empresa, de forma que aseguremos un crecimiento rentable.
Pero para seguir siendo competitivos y seguir creciendo después de triunfar a nivel internacional, las startups deben redefinir su estrategia. Esto pasa por una fase de transformación donde deben primar dos elementos claves: dejarse aconsejar por un experto externo a la startup y no dudar en modificar el modelo de negocio.
Además para tener la mejor oferta del mercado es necesario disponer de la mejor tecnología al mejor precio, y que esta sea fácilmente accesible para el cliente. Por su parte la organización de la pyme debe enfocarse en la máxima comercial de que el cliente es lo primero, esquema clave de una reestructuración que busca facilitar la comunicación entre los servicios, gestionar la experiencia del cliente en su conjunto, así como el desarrollo del producto y del comercio electrónico al servicio al cliente.
Y es aquí donde, realmente, se produce la transformación de startup en pyme, en la implementación de procesos que transforman un modelo desorganizado centrado en las ventas en una organización industrial escalable. Así la contratación de personal se convierte en una herramienta secundaria para favorecer el crecimiento (una organización optimizada permite multiplicar por dos o tres la facturación mientras se estabilizan los gastos).
Si una empresa tiene mucho que ganar al cambiar su estatus para crecer de una manera más sostenible y ganar estabilidad y eficiencia, esta mutación afecta al cien por cien de los empleados y servicios de la compañía. Pero ello requiere de una comunicación cuidadosa con los distintos equipos que la componen. Todo cambio genera estrés, siendo el apoyo del departamento de recursos humanos (RRHH) fundamental para aportar explicaciones sobre lo que se ha hecho, lo que se está haciendo y por qué se está haciendo.
En resumen podemos decir que la transformación de una empresa, es decir, el paso de ser una startup a convertirse en una pyme, es un proyecto importante que requiere de una planificación y organización previa. Además este cambio implica una revisión exhaustiva de cada proceso que se ha implementado para construir una base sólida, lograr un crecimiento rentable, exportar al exterior y ofrecer a los clientes un mejor servicio. El éxito no se basa en resultados rápidos, sino en la continuidad del esfuerzo, la sostenibilidad y la capacidad de renovarse.
*Fuente de la información ‘El Economista’.
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