Según una encuesta realizada por OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) a 815 trabajadores de entre 24 y 65 años, en España un 27% de los trabajadores está en riesgo de sufrir estrés laboral crónico, multiplicándose las posibilidades si trabajas como militar, bombero, piloto, policía, organizador de eventos, reportero, sanitario o ejecutivo (estas están consideradas como las profesiones más estresantes).
Aquellos que sufren estrés laboral crónico, es decir, aquel que es constante y persiste en el tiempo, tienen la sensación de sentirse alejadas de su familia, amigos y de su propio trabajo. Esto afecta no solo a su motivación y rendimiento laboral, sino a algo más importante como es su salud física y mental. A diferencia de otros tipos de estrés más leves que se pueden contrarrestar con conductas saludables, sufrir estrés crónico acarrea consecuencias negativas como ansiedad, insomnio, dolor muscular y debilitamiento del sistema inmunitario, entre otras muchas.
Todo estrés puede ser originado por diferentes motivos, aunque por normal general suele ocasionarse de forma inconsciente y es provocado por uno mismo. Por tanto al igual que lo creamos también podemos gestionarlo o, incluso, acabar con él. A continuación vamos a ver cuáles son los consejos de los expertos en la materia para prevenir y afrontar ese estrés crónico.
1. Adquiere hábitos saludables.
Para prevenir cualquier tipo de problema física y mental es más que fundamental tener hábitos saludables. Determinados deportes (como el yoga, pilates o la meditación) nos aportan las estrategias necesarias para gestionar el estrés, aunque dependiendo de la personalidad de cada uno un deporte más intenso (crossfit, boxeo) también puede proporcionarnos un gran alivio. Independientemente del deporte que elijas lo que sí que es recomendable es evitar hacer ejercicio a última hora del día, de forma que la excitación del deporte no afecte a nuestro sueño.
Además las comidas deben ser variadas, predominando las frutas y verduras, y siendo menos frecuentes los alimentos grasos.
2. Párate a respirar.
Para conseguir relajarnos es importante tener conocimientos sobre cómo regular la intensidad de nuestras emociones. Las técnicas más utilizadas son la respiración diafragmática y la relajación progresiva de Jacobson. Una buena técnica de respiración reduce el ritmo cardiaco, a la vez que ayuda en la batalla contra la ansiedad. Darse a uno mismo unos minutos para sentarse y respirar profundamente puede cambiarte el día.
Además cuando el estrés es excesivo la creatividad se bloquea por completo, por lo que es necesario aprender a relajarse para apaciguar la corteza cerebral y generar ondas alfa.
3. Organízate.
Adquirir técnicas de organización es importante cuando nos sentimos sobrecargados de tareas. Por eso los expertos en la materia recomiendan escribir un listado con todas las cosas que tenemos que hacer, y ordenarlas según su prioridad y urgencia. Aquellas actividades que no sean ni prioritarias ni urgentes se dejarán para el final y, si por tiempo es difícil llegar a cumplirlas, debemos ser capaces de posponerlas o delegarlas en otra persona. Esto hará que tengamos una idea visual sobre el tamaño de la lista, a la vez que nos ayudará a recordarlas mejor.
Igualmente es fundamental guardar en nuestra rutina un tiempo para nosotros mismos, para cuidarnos y para disfrutar de las actividades de ocio que más nos gustan, así como actividades con familiares y amigos.
4. Evita la negatividad.
Gestionar los pensamientos negativos puede ser un aspecto clave para combatir el estrés, siendo fundamental no dejarnos guiar por los mismos. Para ello tenemos que centrarnos en vivir el aquí y el ahora, así como buscar soluciones prácticas a los problemas cuando el momento lo requiera.
Por tanto, y a modo de resumen, lo más importante en situaciones de estrés es saber identificar la causa del mismo, gestionar nuestras emociones para reducir su intensidad con técnicas de relajación y buscar soluciones al conflicto. Tenemos que ser capaz de relativizar, es decir, poner freno a esos pensamientos tan catastróficos y sacar aspectos positivos que nos permitan ser más realistas. O lo que es lo mismo, tener lo que se conoce como inteligencia emocional. También es muy útil el autoconocimiento, es decir, conocernos a nosotros mismos con nuestras fortalezas y debilidades para poder actuar de manera más asertiva ante los conflictos.
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