Pocas son las entidades financieras que no han sucumbido a la guerra de promociones para captar dinero en planes de pensiones. Sin embargo, antes de dejarte llevar por esos atractivos regalos, es conveniente estudiar muy bien las contraprestaciones que implican.

Las bonificaciones que lanzan las entidades financieras pueden resultar, a priori, muy atractivas, sobre todo si tenemos en cuenta la baja rentabilidad que ofrecen hoy los productos sin riesgo (cuyo rendimiento va ligado a unos tipos de interés que siguen en niveles del 0%). Pero si analizamos la letra pequeña que conllevan estas promociones nos damos cuenta de que no es oro todo lo que reluce.

La primera de esas letras pequeñas es que no todos los que traspasen su plan de pensiones a alguna de las entidades que tienen una promoción en vigor recibirán premio. Por regla general esas bonificaciones están ligadas a importes que, como mínimo, alcancen los 1.000 euros. Y aunque la cantidad pueda parecer baja lo cierto es que son pocos los partícipes que alcanzan a aportar tal dinero a su plan de pensiones. De hecho, según los últimos datos publicados por la Dirección General de Seguros (DGS), el 86% de los partícipes en planes de pensiones individuales aporta menos de 900 euros al año.

El segundo aspecto que debemos valorar es que esos regalos tan llamativos no son ni mucho menos gratuitos. En todas las campañas hay un denominador común: se exige permanencia a cambio del regalo, y ésta crece a medida que lo hace la bonificación (hasta alcanzar plazos que llegan a ser de siete años). Esta exigencia, en un contexto de mercado cambiante como el actual, puede acabar por convertir la bonificación de hoy en una pérdida real para el ahorro a largo plazo, impidiendo al partícipe poder adecuar su inversión a los diferentes movimientos del mercado.

Además esa obligada permanencia anula una de las grandes ventajas financieras con las que cuenta el plan de pensiones, como es la de que el traspaso entre ellos está exento de tributación. Ventaja de la que en los últimos años se han beneficiado cada vez más inversores ya que (en 2017 se traspasó el 19% del dinero en planes de pensiones).

Quizás muchos de esos inversores desconozcan que los regalos que se ofrecen en estas clásicas campañas de pensiones (ya sean bienes físicos o bonificaciones monetarias) no están exentos de pagar impuestos, siendo obligatorio que se incluyan en la declaración de la Renta como rendimientos del capital mobiliario. Por tanto tributan igual que cualquier producto financiero como los fondos, acciones, bonos, dividendos, etcétera, y a un tipo que va de el 19% (hasta 6.000 euros) al 23% (para cantidades superiores a los 50.000 euros).

Sin embargo nadie regala nada porque sí, y rara es la vez en la que los planes en promoción de las entidades coinciden con los productos que han resultado más rentables a largo plazo.

*Fuente de la información ‘El Economista’.

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