Toda empresa debe llevar una buena contabilidad si quiere evitar problemas con Hacienda, siendo uno de los informes financieros más importes el balance de situación.
Este sirve para conocer el estado financiero real de la empresa en un momento determinado del tiempo. Recogería en un momento puntual y concreto el valor de todos los bienes, derechos y obligaciones.
Forma también parte de las cuentas anuales de la compañía, las cuáles se tienen que depositar cada año en el Registro Mercantil obligatoriamente.
Siguiendo con el balance de situación, este está conformado por tres partes:
- Activo: son todos los bienes y derechos de los que es titular la empresa. Se puede dividir entre activo corriente o a corto plazo (sería la tesorería y los bienes que pueden convertirse en liquidez en menos de 1 año, tales como dinero en efectivo y mercancías) y activos no corrientes o fijos (equipamiento, terrenos, inmuebles, etcétera)
- Pasivo: serían todas las obligaciones o deudas que haya contraído la empresa. Se puede dividir entre pasivo corriente (obligaciones de pago inferiores a 1 año de duración) y pasivo no corriente (deudas a más largo plazo)
- Patrimonio Neto: este sería la diferencia entre el activo y el pasivo, y está compuesto por las aportaciones de los socios, las reservas y los beneficios retenidos por la sociedad a lo largo del ejercicio.
Igualmente existen una serie de características básicas que todo balance de situación debe respetar:
- El total del activo debe ser igual al total de la suma del patrimonio neto más el pasivo.
- El origen del dinero o la financiación debe tener un destino o una inversión.
- Tal y como ya hemos comentado al comienzo de esta información, el balance de situación hace referencia a una fecha concreta. Aunque en su análisis es fundamental la perspectiva del tiempo.
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